CÉSAR MILLÁN
César Millán es un especialista en comportamiento canino de fama mundial, conocido por su extraña habilidad de poder controlar jaurías grandes. Nacido y criado en México, su don (una comunión extraordinaria con la naturaleza) siempre le surgió naturalmente, pero su conexión especial con los perros se volvió aún más notable cerca de los 13 años de edad. A donde fuera Cesar, siempre parecía haber un remolino de perros a su alrededor. Los locales lo apodaron “El Perrero”.
Cesar se volcó a su don con total devoción y fue a los Estados Unidos con la vista puesta en alcanzar su sueño: convertirse en el mejor entrenador de perros del mundo. Sin embargo, pronto notó que estaba buscando algo más profundo que enseñar a los perros una serie de órdenes básicas. Haciendo caso al consejo de su abuelo de “nunca ir en contra de la Madre Naturaleza”, Cesar adquirió otra jauría más. Estudió libros de psicología canina apasionadamente, pero fue a través de su propia observación, apreciación y experiencia directa que Cesar fue destilando sus fórmulas propias, las cuales mantenían a los perros equilibrados, tranquilos y sumisos. |
Cesar captó la atención del país por primera vez cuando se estrenó en el 2004 su programa El encantador de perros con Cesar Millan en el canal National Geographic Channel.
Su método
En su hábitat natural, la supervivencia de un perro depende de una jauría fuerte, estable y organizada, donde cada miembro conoce su lugar y sigue las reglas establecidas por el líder de la jauría. El instinto de jauría es tal vez el motivador natural más fuerte en un perro.
Cesar Millan enseña que, para poder satisfacer a nuestro perro y a nosotros mismos, debemos convertirnos en un líder de jauría tranquilo pero firme. Un perro que no confía en que su humano sea un buen líder de jauría se vuelve desequilibrado y muchas veces termina exhibiendo comportamientos indeseados o antisociales.
Cesar no “entrena” perros en el sentido de enseñarles órdenes como “siéntate”, “quieto”, “ven” y “échate”, él rehabilita perros desequilibrados y "reentrena" a sus dueños para que entiendan mejor cómo ver el mundo a través de los ojos de su perro.
Cesar aconseja a la gente que tranquila, firme y consistentemente den a sus perros, reglas, márgenes y limitaciones para consolidarse como líderes de una jauría sólida y para ayudar a corregir y controlar comportamientos indeseados. Él no cree en “soluciones rápidas”. Si bien algunos comportamientos presentan cambios en un período de tiempo relativamente corto, ninguno de esos cambios permanecerán, a menos que el humano sea consistente con su perro todos los días para evitar que esos comportamientos indeseados vuelvan. Según Cesar, nadie debería golpear o gritarle a un perro para corregir un comportamiento indeseado.
Cesar Millan enseña que, para poder satisfacer a nuestro perro y a nosotros mismos, debemos convertirnos en un líder de jauría tranquilo pero firme. Un perro que no confía en que su humano sea un buen líder de jauría se vuelve desequilibrado y muchas veces termina exhibiendo comportamientos indeseados o antisociales.
Cesar no “entrena” perros en el sentido de enseñarles órdenes como “siéntate”, “quieto”, “ven” y “échate”, él rehabilita perros desequilibrados y "reentrena" a sus dueños para que entiendan mejor cómo ver el mundo a través de los ojos de su perro.
Cesar aconseja a la gente que tranquila, firme y consistentemente den a sus perros, reglas, márgenes y limitaciones para consolidarse como líderes de una jauría sólida y para ayudar a corregir y controlar comportamientos indeseados. Él no cree en “soluciones rápidas”. Si bien algunos comportamientos presentan cambios en un período de tiempo relativamente corto, ninguno de esos cambios permanecerán, a menos que el humano sea consistente con su perro todos los días para evitar que esos comportamientos indeseados vuelvan. Según Cesar, nadie debería golpear o gritarle a un perro para corregir un comportamiento indeseado.
Reglas y limitacionesLa madre de un perro comienza a entrenar a sus cachorros desde el nacimiento. Los hace esperar por su comida; controla cuando juegan y hasta dónde se alejan cuando viajan. El perro adulto necesita que tú, su líder de jauría, vuelva a imponerle reglas, márgenes y limitaciones al igual que lo hacía su madre. Un líder de jauría no proyecta energía emocional o nerviosa, así que tú tampoco debes hacerlo. En su hábitat natural, el líder de la jauría usa la energía tranquila y firme para influir sobre la forma en que el perro interactúa con su entorno. El líder impone estas leyes calladamente, como cuando una madre levanta a un cachorro de la nuca si se aleja de la guarida. |
El dominio del territorio es muy importante. Los perros en su hábitat natural se apropian de un espacio primero afirmándose de forma tranquila y confiada y luego comunicando este dominio a través de señales que envían con su lenguaje corporal y contacto visual. Un perro que entiende que tú, como el líder de la jauría, dominas el espacio en el que él vive respetará la autoridad que impones.
La espera es otra herramienta con la que los líderes afirman su posición. Los cachorros esperan para comer y los perros adultos esperan hasta que el líder de la jauría les diga cuando es tiempo de desplazarse. Para el perro, esperar es una forma de trabajo psicológico. Si bien la domesticación hace que el perro no necesite cazar su comida, esto no significa que no deban trabajar para obtenerla.
Establece tu posición como el líder de la manada pidiéndole a tu perro que trabaje. Sácalo a pasear antes de darle de comer. Y así como no le das afecto a tu perro a menos que esté en un estado tranquilo y sumiso, no le des comida si no actúa tranquila y sumisamente. El ejercicio ayudará al perro a alcanzar ese estado, especialmente si es un perro muy enérgico.
En la naturaleza, es mediante todas estas herramientas que un líder establece reglas, márgenes y limitaciones para su jauría, y así es como nutre a sus perros, garantizando un estado mental saludable.
La espera es otra herramienta con la que los líderes afirman su posición. Los cachorros esperan para comer y los perros adultos esperan hasta que el líder de la jauría les diga cuando es tiempo de desplazarse. Para el perro, esperar es una forma de trabajo psicológico. Si bien la domesticación hace que el perro no necesite cazar su comida, esto no significa que no deban trabajar para obtenerla.
Establece tu posición como el líder de la manada pidiéndole a tu perro que trabaje. Sácalo a pasear antes de darle de comer. Y así como no le das afecto a tu perro a menos que esté en un estado tranquilo y sumiso, no le des comida si no actúa tranquila y sumisamente. El ejercicio ayudará al perro a alcanzar ese estado, especialmente si es un perro muy enérgico.
En la naturaleza, es mediante todas estas herramientas que un líder establece reglas, márgenes y limitaciones para su jauría, y así es como nutre a sus perros, garantizando un estado mental saludable.
Claves para tener un perro equilibradoQue es un perro equilibrado? Es uno que está cómodo en su piel. Es un perro que se lleva bien con otros perros y con las personas, que entiende las pautas y las rutinas de su vida, pero que además está abierto a nuevas experiencias y no se ve perjudicado por problemas de comportamiento, como el miedo, la ansiedad o la obsesión. |
Las claves para lograrlo
1. Cuando introduzcas un perro en tu vida no pienses sólo en lo que quieres de él. Piensa antes en lo que tienes que darle a ese perro para que sea feliz contigo. Empieza por pensar que tu perro es primero un animal, segundo un perro, tercero una raza y cuarto un nombre, y satisface sus necesidades en ese mismo orden. La experiencia dice que, una vez que hayas satisfecho las necesidades de tu perro, este querrá automáticamente satisfacer las tuyas.
2. Por supuesto, quieres tener un perro para amarlo, pero el amor no es lo primero ni lo único que necesita un perro para ser feliz. Al igual que la gran mayoría de las personas, el amor no basta por sí solo. Sigue la fórmula en tres pasos: primero ejercicio, segundo disciplina (reglas, fronteras y límites: ¡adiestramiento incluido!) y tercero cariño. En ese orden.
3. Ejercicio: El ejercicio significa al menos un (y mejor si son dos o tres) largo paseo cada día de cuarenta y cinco minutos o más (¡mínimo, treinta minutos!), dependiendo de la raza, el tamaño, el nivel de energía y la edad del perro. Dejar que tu perro corra por el jardín no sirve. Por ejercicio, me refiero a un paseo estructurado contigo a su lado. Esto satisface la necesidad de tu perro de trabajar para ganarse la comida y el agua, de acuerdo con su manada. Además es la herramienta más poderosa de que dispones para crear una conexión profunda y signicativa con tu perro y, sobre todo, ¡es gratis!
4. Disciplina: El perro aprendió de su madre reglas, fronteras y límites desde el mismo momento en que empezó a respirar. Las reglas no molestan a los perros: las necesitan. Tu trabajo como propietario de un perro consiste en ser claro y sencillo en cuanto a dichas reglas: ¡y en ser siempre coherente con ellas! Para cualquier perro equilibrado es importante conocer los parámetros de su mundo y qué lugar ocupa en su manada.
5. Cariño: El cariño no tiene por qué ser una caricia, ni tiene por qué traducirse en una golosina. En primer lugar es la relación de confianza y respeto entre la persona y el perro. Una persona sin brazos puede tener una relación de cariño con su perro aunque no pueda acariciarlo. Lo bonito de los perros es que, cuando los tratas con honor y respeto, te lo devuelven multiplicado por mil. El perro es quizás el ser más generoso y justo del planeta. Por otro lado, mostrarle cariño, del modo que sea —jugando con él, dándole una golosina y, por supuesto, acariciándolo o dándole un masaje—, es muy bueno e incluso terapéutico para ti y para el perro.
1. Cuando introduzcas un perro en tu vida no pienses sólo en lo que quieres de él. Piensa antes en lo que tienes que darle a ese perro para que sea feliz contigo. Empieza por pensar que tu perro es primero un animal, segundo un perro, tercero una raza y cuarto un nombre, y satisface sus necesidades en ese mismo orden. La experiencia dice que, una vez que hayas satisfecho las necesidades de tu perro, este querrá automáticamente satisfacer las tuyas.
2. Por supuesto, quieres tener un perro para amarlo, pero el amor no es lo primero ni lo único que necesita un perro para ser feliz. Al igual que la gran mayoría de las personas, el amor no basta por sí solo. Sigue la fórmula en tres pasos: primero ejercicio, segundo disciplina (reglas, fronteras y límites: ¡adiestramiento incluido!) y tercero cariño. En ese orden.
3. Ejercicio: El ejercicio significa al menos un (y mejor si son dos o tres) largo paseo cada día de cuarenta y cinco minutos o más (¡mínimo, treinta minutos!), dependiendo de la raza, el tamaño, el nivel de energía y la edad del perro. Dejar que tu perro corra por el jardín no sirve. Por ejercicio, me refiero a un paseo estructurado contigo a su lado. Esto satisface la necesidad de tu perro de trabajar para ganarse la comida y el agua, de acuerdo con su manada. Además es la herramienta más poderosa de que dispones para crear una conexión profunda y signicativa con tu perro y, sobre todo, ¡es gratis!
4. Disciplina: El perro aprendió de su madre reglas, fronteras y límites desde el mismo momento en que empezó a respirar. Las reglas no molestan a los perros: las necesitan. Tu trabajo como propietario de un perro consiste en ser claro y sencillo en cuanto a dichas reglas: ¡y en ser siempre coherente con ellas! Para cualquier perro equilibrado es importante conocer los parámetros de su mundo y qué lugar ocupa en su manada.
5. Cariño: El cariño no tiene por qué ser una caricia, ni tiene por qué traducirse en una golosina. En primer lugar es la relación de confianza y respeto entre la persona y el perro. Una persona sin brazos puede tener una relación de cariño con su perro aunque no pueda acariciarlo. Lo bonito de los perros es que, cuando los tratas con honor y respeto, te lo devuelven multiplicado por mil. El perro es quizás el ser más generoso y justo del planeta. Por otro lado, mostrarle cariño, del modo que sea —jugando con él, dándole una golosina y, por supuesto, acariciándolo o dándole un masaje—, es muy bueno e incluso terapéutico para ti y para el perro.
Vídeos: Entrenando humanos para perros (6 partes)
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