El chip
Un microchip subcutáneo o microchip de identificación es una pequeña cápsula de cristal especial, del grosor de un grano de arroz y de menos de 1.5 cm de largo, en cuyo interior hay un transpondedor con un código único que permite la identificación de animales. El código no puede ser alterado y es lo que sirve para identificar a nuestros canes a lo largo de su vida: no hay que reemplazar el chip si te mudas de ciudad o de país, tan sólo hay que acudir al veterinario para que actualice los datos; eso sí es crucial. El objetivo es identificar a los perros -y otros animales- para evitar abandonos y abusos, para evitar robos y, ante todo, facilitar que cualquier perro perdido pueda volver cuanto antes junto a su familia. El código único es "traducido" por un lector especial y devuelve los datos completos del dueño del perro. |
Por eso es tan importante mantener siempre actualizados los datos asociados al chip de tu perro: si cambias de móvil o de domicilio, aunque sea dentro de la misma ciudad, debes avisar a tu veterinario para que se actualice la información. Y si te mudas de ciudad, lo mismo.
El problema es que aunque en teoría hay una base de datos a nivel nacional, cada comunidad gestiona sus propios datos.
Por eso, si pierdes a tu perro lo mejor es notificarlo en al Registro o Archivo de Identificación de Animales de Compañía de tu Comunidad. Y si se te pierde el can en otra comunidad tendrás que notificarlo en ambas para agilizar los trámites porque... sí, en el caso de que tu can esté registrado, por ejemplo, en Barcelona y se pierda cuando estás de viaje en Almería, no tendrían constancia de sus datos al leer el chip en la base de datos de Andalucía. El veterinario "inyecta" el chip bajo la piel, en el cuello, y lo suele hacer cuando el can tiene entre mes y medio y dos meses, justo cuando le ponen la vacuna de la rabia. Suele costar entre 25-35 euros.
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